CONVERSACIÓN CON LA NATURALEZA
Yo tenía sed y tú me diste de beber ofreciéndome tus ríos, tus lagos.
Tenía hambre, y tú me diste de comer. Pusiste a mi alcance todos los alimentos que pudiera necesitar.
Tuve frío, y me regalaste un sol espléndido.
Y cuando tuve sueño, me ofreciste la noche para descansar.
Te dije: Naturaleza, tengo ilusiones y sueños, y me ofreciste la Luna, las estrellas, los planetas, los paisajes y el canto de los pájaros para soñar.
Pero quise más, y no tuve bastante con lo que me dabas altruistamente, y decidí empeñar más de un tercio de mi tiempo trabajando para otros, más de un tercio de mi vida.
Y no me bastó la hierba, ni los árboles ni cuevas, y quise comprar una casa e hipotequé mi vida con ella.
Y quise entonces ir más rápido y recuperar el tiempo que dedicaba trabajando y compré un coche para ir de un lado a otro, y me perdí el paisaje.
Y quise entonces ir más allá de los sueños que me proponías, y empecé a comprar, empeñar, e hipotecar. Y cuánto más me alejaba de ti, menos de mi tenía.
Ahora no tengo ni coche, ni casa, ni comida. Todo aquello que tú me regalaste sin pedir nada a cambio, lo he perdido.
No me duele lo material, pero sí la vida que perdí intentando conseguirlo, sí el tiempo que desperdicié en ir de un lado a otro sin contemplar y maravillarme por allá donde iba.
Tanta prisa Naturaleza! Tan poco tiempo me quedaba para mí, cuando tú todo me lo dabas.
Todo por no seguirte, todo por mi ambición.
Pero hoy, ya cansada, habiendo trabajado media vida, mal dormido la otra media y mirando de nuevo a ese infinito cielo que me ofreciste, me vuelvo a ilusionar con las estrellas y la luna.
Respirando el aire que me ofreces. Y es en este momento dulce cuando una lágrima cae por mi mejilla y me siento contigo, nuevamente en casa.
Gracias
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